Pilar Ruiz Costa no era consciente mientras iba escribiendo y publicando historias -propias y ajenas- en su blog, otro Post Data, que estaba dejando un documento escrito que narra, como pocos puedan hacerlo, las crisis. La de los 25, la de los 30 y la de los 40, las de la pareja y sin pareja, las de la familia, las profesionales y personales… Y por encima de todas ellas, la crisis económica que entra devorando todo a su paso y donde el amor, aparece como el único antídoto posible.
Los primeros relatos que leí de Pilar Ruiz Costa en su blog “Otro Post Data” me recordaron el tono de Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York. La relación entre humor y hombres iba de la mano. Al leer su segundo libro, “Todos los colores”, con una buena selección de estas publicaciones, veo que llega mucho más allá. No solamente porque el grupo de amigas que se retratan es una versión con sabor “made in Spain”, sino porque las vidas de estas mujeres distan de la vida color de rosa que muestra la serie de televisión entre fiestas y males de amores que se pueden ahogar en copas de cosmopolitan en cualquier club de la gran manzana calzando unos “Manolos”.
Pilar Ruiz Costa retrata –desde la verdad de sus propias experiencias– al grupo de personas, pero, sobre todo, mujeres de su entorno, en diferentes momentos de sus crisis: personales, familiares, separaciones, amores que no culminan, otro San Valentín a solas… entre otros episodios terribles que nadie debiera pasar jamás como un matrimonio de maltrato o un intento de violación.
Sin embargo, estos episodios quedan en nada cuando lo urgente es vivir, llevarse un plato a la mesa o saber dónde van a dormir tus hijos mañana. Todas las crisis quedaron eclipsadas, de un día para otro, por una crisis económica y, vista desde la perspectiva del ahora, aún indemne a pesar de lo injusta. Una crisis que llega atropellando a todos a su paso, llevándose vidas inocentes por delante y, como bien dice la autora, “donde solo el amor aparece como el único antídoto posible”. Y es un amor y un humor que traspasa a amigos y parientes. Se trata de abrazar a la vecina del tercero y a quien duerme entre cartones porque, uno ve que, perfectamente, podríamos ser nosotros.
Al ir avanzando por sus páginas se va agachando la cabeza y preguntándose cómo pudimos soportar tanto. Cómo no salió más gente a la calle y a las plazas. Si de verdad no pudimos hacer algo más por alguien anónimo. La autora sí lo hizo y con la publicación de este libro, sin duda, sigue haciéndolo.
Sin embargo, este retrato de la sociedad española de despidos, rescates, desahucios y cambios de leyes –siempre a favor de los mismos– de hace apenas una década, no es en absoluto gris. Gracias a la magia de Pilar que, como bien le dijo en adivino en el mismísimo Nueva York de Carrie Bradshaw, “tiene todos los colores dentro”. El mismo que también le predijo que “sus libros llenarían algún día las estanterías de las librerías, porque tiene tanto qué contar.” Y porque, además, lo cuenta de maravilla.
Ha hecho falta una década para que este segundo libro vea la luz y, sin embargo, todos de un modo u otro nos vamos a sentir, aún hoy, retratados. En él aparecen, aunque jamás coincidiéramos con la autora en Ibiza, en Madrid, en Mallorca o Nueva York, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros compañeros de oficina y nosotros mismos.
Llego a plantearme la importancia que tendría para nuestros más jóvenes, leerlo. Les ayudaría a poner en contexto los apuros y los miedos que quizá no entendieron en casa en sus primeros años de vida y, quién sabe, quizá con una buena dosis de amor, pero también de valentía, exigir respuestas, responsabilidades e incluso… evitar que se repitan.
